4 de octubre de 2012

La víctima perfecta

Si alguien le hubiese preguntado cómo llegó a esa situación, no habría sabido qué contestar. Era todo tan irreal. Sólo sabía que se hallaba completamente petrificada, paralizada, presa del pánico y el pesar de un certero destino que sería, sin duda alguna, su fin. Sólo podía pensar en que ese sería su fin. No podía huir.
Notaba cómo frías gotas se habían formado entre los pliegues y recovecos de su cuerpo. Languidecía por momentos.
La bestia se acercaba. El tiempo transcurría muy despacio, al menos para ella. Lentamente, la bestia se acercaba. Casi podía adivinar sus pensamientos. Cómo abría sus fauces deleitándose en el sabor de aquel bocado que todavía no había probado: ella, su cuerpo.
En un momento recordó toda su vida. Recordaba su feliz infancia en el campo. ¡Qué bellos recuerdos! ¡Qué grata sensación, la tierra húmeda! ¿Cómo podía acabar así? Ella había visto mundo. Incluso había montado en camión durante su viaje a la gran ciudad. Y después de tan penoso viaje, sentir el frescor del frigorífico...
Pero su fin era inevitable. La bestia ya la había alcanzado. Notaba su jadeante aliento sobre su cuerpo.
¡Crash! El primer bocado quebró su cuerpo y un mudo y desgarrador grito surgió de lo más profundo de su ser. Y así fue como alcanzó el último de sus días una hoja de lechuga, la víctima perfecta de una feroz tortuga.



















2 comentarios:

  1. Jajajaja, me resulta muy divertido, tuve la suerte de leer el texto antes de ver la fotografía y lo cierto es que las palabras transmitían de verdad sensación de apremio, estaba yo leyendo y tratando de imaginarme a una chica recién llegada a la gran ciudad e intentando buscarle un sentido a la mención de la tierra y el frigorífico antes de llegar el final, si tuviera que elegir una tragedia de verduras, sería ésta.
    Me gusta especialmente la frase de las gotas frías, no podía ser otra frase la que fuera en ese espacio.

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    1. Me alegro de que te guste. La verdad es que es una idea que me vino de repente en clase durante el juego con las cartas Oh y como pareció gustar decidí escribirla.
      Está todo pensado. Mi intención era precisamente ésa, que no se adivinase el final hasta ver la foto. Tengo una memoria, y una imaginación bastante gráfica y en mi mente transcurría todo en blanco y negro como la típica película muda en la que van apareciendo carteles con el guión de los personajes. Y al fondo, como flashes, la silueta distorsionada de la tortuga que se acerca poco a poco hasta que en el final se ve un primer plano de su cabeza, abriendo la boca...
      La verdad es que me inspiré bastante en un microrrelato publicado por bubok, en un concurso hace años. En él narraba en 5 líneas cómo alguien se ponía los pendientes, la la blusa, la falda, etc de una mujer, y acaba diciendo algo así como: "todo me sentaba mejor que a ella, como yo ya sabía". Con lo cual daba a entender (por lo menos a mí) que había asesinado a una mujer y le había robado su identidad o al menos su ropa.
      A lo mejor sólo tengo una mente perversa. Pero ese final inesperado es lo que me inspiró esta historia en la que las cosas no son lo que parecen.

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